El sol es la principal fuente de energía y radiación ultravioleta que conocemos, gracias a él se desarrolla la fotosíntesis, proceso que permite la vida de toda especie en el planeta. Para nosotros, los seres humanos, esta estrella nos otorga el beneficio de sintetizar vitamina D naturalmente, con solo exponer la piel a la luz del día. Sin embargo, de la misma manera que nos proporciona bienestar, también puede ser perjudicial si no tomamos la precaución necesaria. El espectro solar que llega a la Tierra se clasifica en luz visible, estimula la retina, luz infrarroja, responsable de la sensación de calor, y luz ultravioleta, subdividida en UVA, UVB y UVC, que dependiendo de su alcance e intensidad favorecen o dañan nuestra piel.
RADIACIÓN ULTRAVIOLETA A
Los rayos UV se categorizan por su longitud de onda, las que son inversamente proporcional, de manera que entre más corta es, mayor es la energía que emite. La radiación UVA es onda larga (320-400 nanómetros), alcanzando en una totalidad la superficie terrestre. Está presente durante todo el año, incluso en días nublados. Los R- UVA tienen la capacidad de atravesar vidrios (ventanas, parabrisas) y ropa ligera. Su efecto es indoloro y penetra hasta la capa más profunda de la dermis, provocado fotoenvejecimiento, intolerancia al sol, inhibición del sistema inmune y hasta cáncer de piel al dañar el ADN celular y liberando radicales libres, los que producen carcinoma basocelular, espinocelular y melanoma.
RADIACIÓN ULTRAVIOLETA B
Sólo un 5% de los rayos ultravioletas que llegan a la Tierra pertenecen al tipo B (el otro 95% son UVA). Su longitud de onda media (280-320 nanómetros) penetra hasta la epidermis (capa inferior a la dermis). Son absorbidos en gran parte por la capa de ozono y nubes, y dependiendo de la estación. La radiación UVB es la única capaz de estimular la vitamina D en el organismo, la que luego para ser utilizada se debe transformar metabólicamente en 1,25-dihidroxicolecalciferol, hormona activa encarga de aumentar la concentración de calcio y fósforo en la sangre, preservar la masa ósea y regular el sistema inmunitario, entre otras acciones. No obstante, y pese a su gran aporte, estas ondas electromagnéticas se consideran como “radiación de quemaduras”, capaces de producir reacciones alérgicas, suprimir el sistema inmune y provocar cáncer de piel, al igual que los rayos UVA.
RADIACIÓN ULTRAVIOLETA C
Los rayos UVC son de onda corta (200 y 280 nanómetros), y -afortunadamente- son absorbidos en su totalidad por la capa de ozono, de caso contrario, serían los más peligrosos para la vida terrestre debido a que su carga energética es mayor al tipo A y B. En el campo de la medicina, la radiación UVC artificial se usa para eliminar gérmenes, ayudar a cicatrizar heridas y tratar ciertas afecciones de la piel, como psoriasis, vitiligo o nódulos causados por el linfoma cutáneo de células T. Esta luz se utiliza mediante lámparas especiales o rayo láser.
Cuidar nuestra salud es una tarea individual, y como podemos observar los rayos UV están presente todo el año, incluso en invierno, por lo que es necesario proteger nuestra piel para no padecer los efectos nocivos de sobre todo los rayos UVA que ningún bien nos ofrece, a diferencia de los rayos UVB, capaces de brindarnos vitamina D, pero que, querámoslo o no, vienen de la mano. No obstante, necesitamos tener niveles adecuados de la llamada «vitamina del sol» para fortalecer nuestros huesos, músculos,corazón, sistema inmune, hepático y respiratorio, entre otros.
La recomendación entonces es consultar con el médico la necesidad de tomar suplemento de vitamina D con el propósito de proteger nuestro organismo y su correcto funcionamiento.
Fuente: vitaminadvida
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