El síndrome metabólico está formado por un conjunto de problemas de salud que habitualmente aparecen al mismo tiempo en una misma persona.
La obesidad, la hipertensión arterial y la elevación de los niveles de glucosa, colesterol o triglicéridos en sangre, conforman este síndrome.
El problema más importante que plantea el síndrome metabólico es que predispone a la aparición de otras enfermedades y complicaciones graves como la diabetes, las enfermedades inflamatorias y también las enfermedades cardiovasculares.
Pues bien, todo esto es muy frecuente entre las pacientes con Enfermedades Reumàticas.
Así, un 40% de las pacientes con enfermedades Reumàticas tienen obesidad, un 35% hipertensión y un 14% diabetes.
Por otra parte, sabemos que el tabaco, la falta de ejercicio físico o el estrés –factores frecuentes entre las pacientes con enfermedades Reumáticas– aumentan también el riesgo cardiovascular, de modo que cuando se unen al síndrome metabólico empeoran la calidad de vida y pueden poner en riesgo las expectativas de vida del paciente.
En lo que respecta al síndrome metabólico, la única ventaja que tiene es que se puede corregir, pero hay que saber que se corrige con mayor eficacia cambiando los hábitos por unos más saludables que utilizando fármacos.
La mayoría de las pacientes con enfermedades reumáticas y sobrepeso se encuentran en un rango intermedio de obesidad donde el mecanismo fundamental es una alteración del balance energético entre las calorías ingeridas y las gastadas.
En estos casos la solución es más sencilla porque se trata de equilibrar este balance reduciendo la ingesta de calorías y aumentando su consumo con el ejercicio.
Lo primero que habría que hacer es una dieta adecuada en cantidad y en calidad.
La actividad física es la manera más rápida y sencilla de consumir calorías. El ejercicio físico, al igual que la dieta, son hábitos saludables que se siguen a diario y nunca de forma ocasional.
Es cierto que muchos de los fármacos que se usan para tratar las enfermedades Reumáticas producen un aumento del peso. Sin embargo, como esto no ocurre de una manera rápida, los pacientes pueden detectar el aumento progresivo del peso y valorar junto a su médico un cambio de medicación antes de que el exceso de peso alcance cifras exageradas.
La elevación del colesterol, glucosa o triglicéridos solo deben tratarse con fármacos en aquellos casos que estén claramente indicados y porque ya han fallado otras medidas.
Sirva como ejemplo un estudio realizado en unos de los países del mundo con mayores tasas de obesidad donde se trató a dos grupos de pacientes con colesterol elevado. A un grupo se le dio solo fármacos para reducir los niveles de colesterol y al otro se le aconsejaron medidas saludables a base de dieta y ejercicios, pero sin medicación. Al final del estudio ambos grupos habían reducido los niveles de colesterol, pero aquellos pacientes que tomaron solamente fármacos para reducirlo habían aumentado su peso hasta en un 14%.
Como se puede observar, son todo ventajas y, además, ¡sin tomar fármacos!
En una enfermedad reumatológica, donde la calidad de vida se sitúa entre las peores de todas, los pacientes no se pueden permitir asumir factores de riesgo como el síndrome metabólico que empeora todavía más su calidad de vida, aumentando la carga de enfermedad y el riesgo de padecer otras complicaciones graves.
Fuente: Reumatólogos de la Ciudad de Santa Fe
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