El síndrome de anticuerpos antifosfolípidos (SAF) es una enfermedad autoinmune que afecta principalmente a mujeres jóvenes.
Las personas con SAF producen en su sangre proteínas anormales llamadas anticuerpos antifosfolípidos (aPL).
En SAF, estas proteínas pueden causar la formación de coágulos en venas y arterias.
Los coágulos pueden causar un aborto espontáneo, dañar al feto o provocar ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares o embolia pulmonar. En casos severos, múltiples órganos pueden estar dañados.
El SAF afecta a las mujeres cinco veces más a menudo que a los hombres, y generalmente se diagnostica entre los 30 y los 40 años.
Alrededor del 40% de los pacientes con lupus eritematoso sistémico (LES) también dan positivo para anticuerpos antifosfolípidos, pero solo la mitad desarrolla coágulos.
El SAF puede no ser detectado hasta que una persona joven tenga problemas inesperados causados por coágulos de sangre, como abortos espontáneos repetidos o un ataque al corazón.
Algunos perfiles genéticos aumentan el riesgo de una persona de tener SAF.
Las personas con coágulos sanguíneos pueden ser examinadas para detectar autoanticuerpos contra aPL.
Se realizan tres análisis de sangre, y al menos uno debe ser positivo y confirmado dos veces con al menos tres meses diferencia.
Algunas personas con estos autoanticuerpos nunca desarrollan coágulos. Por lo tanto, el resultado positivo de la prueba de aPL sin la presencia de un coágulo de sangre no significa que alguien tenga SAF.
Los factores de riesgo para desarrollar coágulos sanguíneos incluyen presión arterial alta, obesidad, tabaquismo, aterosclerosis, tomar estrógeno (píldoras
anticonceptivas) o tener una enfermedad autoinmune asociada como LES. La inactividad prolongada o el reposo en cama, la cirugía o el embarazo pueden aumentar el riesgo de coágulos.
El SAF aumenta el riesgo de trombosis, por lo que los tratamientos apuntan a prevenir los eventos relacionados con el coágulo. En un evento agudo trombótico (coágulo sanguíneo), se administran
anticoagulantes.
Los anticoagulantes intravenosos son seguidos por warfarina oral, que puede prevenir la formación futura de coágulos durante años. La aspirina y el clopidogrel, que inhiben la formación de plaquetas, también pueden prevenir eventos de
coagulación recurrentes.
Para prevenir el aborto espontáneo, las mujeres con SAF recibirán inyecciones subcutáneas (debajo de la piel) de heparina y aspirina en dosis bajas durante el embarazo. Las mujeres embarazadas con antecedentes de coágulos pueden necesitar dosis más altas de heparina.
Si esto no es adecuado, las opciones son inmunoglobulina intravenosa o corticosteroides.
Las mujeres embarazadas con autoanticuerpos contra aPL que nunca han tenido eventos trombóticos o abortos espontáneos pueden recibir terapia preventiva, pero esto se hace caso por caso. Las mujeres que no tienen lupus u otros factores de riesgo de coágulos pueden no necesitar tratamiento.
Las personas que toman anticoagulantes a largo plazo deben consultar a su médico con regularidad para monitorear el medicamento, vigilar su dieta e intentar evitar resbalones o caídas.
Las personas con SAF deben hacer cambios en el estilo de vida para prevenir la trombosis.
Debe recibir tratamiento para la presión arterial alta, colesterol alto o diabetes.
🔹No fume.
🔹Controle el peso para tratar o prevenir la obesidad. 🔹Evite la terapia con estrógenos para el control de la natalidad o los síntomas de la menopausia, a menos que el médico lo indique.
La mayoría de las mujeres embarazadas con SAF tienen bebés sanos debido a tratamientos efectivos para prevenir los coágulos.
Tener SAF no significa que un paciente desarrollará otras enfermedades autoinmunes.
Fuente: Reumatólogos de la ciudad de Santa Fe
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